El 22 de noviembre de 1926, el alcalde Gregorio Espino convocaba a «las fuerzas vivas» de la ciudad para poner orden y sentido a la polémica abierta en torno a la construcción del puerto pesquero de la ría de Vigo. La cuestión había enfrentado a diferentes sectores de la ciudad, al plantearse el dilema de reformar O Berbés o construir un gran puerto en la zona de Bouzas. Incluso, alguien planteó la posibilidad de transformar la ensenada de Coia, que actualmente acoge el puerto de la flota congeladora, pero que entonces era un gran arenal todavía no ganado al mar.
La descarga y la lonja del pescado de Vigo estaba en O Berbés, pero este embarcadero natural apenas había experimentado mejora alguna. Entre 1898 y 1903 se había construido una dársena que en seguida se quedó pequeña para acoger al gran número de vapores y embarcaciones tradicionales que allí operaban. El ingeniero director de la Junta de Obras del Puerto, Eduardo Cabello, había realizado un proyecto de ampliación en 1913, pero la coyuntura económica española no permitió invertir dinero público en la obra, quedando aparcado el proyecto.
En 1925, el Gobierno decide invertir 30 millones de pesetas en diferentes zonas portuarias de Vigo. Algo más de ocho millones serían destinados a la realización del proyecto Cabello en O Berbés. José Barreras Massó, presidente de la Asociación General de Industrias Pesqueras y Derivados, fue quien inició el debate, al proponer Bouzas como mejor lugar para realizar el gran puerto pesquero. Defendía el empresario vigués, uno de los hombres más poderosos del Vigo de entonces, que Bouzas ofrecía mayor superficie, no solo de atraques sino también para ubicar empresas relacionadas con el mar. Barreras Massó estaba convencido de que la reforma de O Berbés serviría para unos años, pero «está muy lejos de satisfacer las necesidades de un puerto pesquero moderno». Finalmente, añadía que la ampliación del puerto de O Berbés «estrangularía la avenida que debería tener Vigo desde Guixar a Bouzas».
Comerciantes e industriales saltaron rápidamente para rebatir sus argumentos y recordar que O Berbés era «la bolsa de Vigo que marcaba el ritmo económico de la ciudad». «Quitad de allí el puerto pesquero y toda esa vida se extinguirá», afirmaba los comerciantes, que no dudaban en recordar que Bouzas podría independizarse de Vigo, una vez conseguido este importante foco de riqueza.
En la polémica también se apeló a los sentimientos. Fue Basilio Álvarez, el líder agrarista, quien se remontó a los orígenes de la ciudad y al trabajo que en O Berbés realizaban las empacadoras de pescado. «Llevar el puerto a Bouzas es arrebatarle a Vigo un centro que justifica los sufrimientos de las mujeres de los marineros», afirmó el político durante una conferencia que desarrolló, en el Círculo Mercantil, el 24 de noviembre.
Un problema de tiempo
Si el Berbés ganó la partida a Bouzas fue por razones burocráticos y económicas. El Gobierno había asignado un presupuesto a las obras, que deberían ejecutarse en un plazo de diez años. Desechar el proyecto de Cabello para el Berbés supondría iniciar un nuevo trámite que se prolongaría durante mucho tiempo. Por otro parte, construir el puerto en Bouzas significaba ampliar el presupuesto hasta los treinta millones de pesetas.
Junto a los ocho millones y medio que se destinaban a la ampliación del puerto pesquero, también se consignaban once millones de pesetas para la construcción del muelle de ribera del Areal, otros once millones para el muelle de trasatlánticos y cinco más para obras de conservación. El 13 de enero de 1927, La Gaceta publicaba la autorización de las obras, aunque deberían realizarse algunas modificaciones. El proyecto definitivo se aprobó en enero de 1928, y comenzaron las obras.
La realización completa del proyecto de ampliación del puerto pesquero de O Berbés tuvo una duración de veinticuatro años, los transcurridos entre 1928 y 1952. El proyecto inicial, según explica Jaime Garrido en su libro El puerto de Vigo. Síntesis histórica , contemplaba la construcción de tres dársenas, aprovechando el dique del muelle de trasatlánticos y construyendo otro intermedio. De esta forma, se obtendría una superficie abrigada de flotación de 8,30 hectáreas, así como una línea de atraque de 1.959 metros, con calados variables entre los dos y los siete metros en bajamar.
Cuando se aprobó el proyecto, se incluyó una reforma. Habría que construir una cuarta dársena con un muelle en dirección norte. Con este añadido, la superficie total de flotación aumentaba hasta las 16,07 hectáreas, y la línea de atraque superaba los dos mil metros.
Varios reformados
La reforma se aprobó en 1928 y la adjudicación de las obras recayó en la empresa de Joaquín Davila, que comenzó las obras en enero de ese mismo año. Pero las cosas no suelen ser tan fáciles por estos lares. En los doce años siguientes, el proyecto sufrió tres reformados, en los años 1933, 1934 y 1940. Inicialmente, las obras de ampliación del puerto de O Berbés deberían estar concluidas en el año 1933, pero debido a las diferentes prórrogas no se concluyeron las tres primeras dársenas hasta 1936, y la cuarta, hasta 1952