Santiago Piñeiro y Ana María Taboada reconocen que su vivienda está en situación ilegal. Levantada en suelo rústico €una de tantas en el rural nigranense€, sobre su casa del barrio de A Tarela, en la parroquia de Camos, pesa una orden de derribo (ratificada por el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia) que el Concello ejecutará de forma inminente mañana jueves.
De producirse, la demolición será el último episodio de un conflicto urbanístico que este matrimonio mantiene desde hace 15 años con el propietario de un aserradero vecino, al que inicialmente denunciaron por las molestias que les causaba la maquinaria a escasos metros de sus ventanas. Aquella decisión, lamentan, les puso en el punto de mira, puesto que provocó una denuncia cruzada de la propia empresa, Maderas y Transportes Rafael Costas, contra su casa en situación ilegal.
"Queremos que se cumpla la ley", afirma Santiago, quien clama para que se aplique "igual para todos" . Explica que si se les exige a ellos la demolición por incumplir la normativa urbanística, "él también tendría que demoler", dice apuntando con el dedo hacia el aserradero, puesto que, recuerda, la fábrica "está también en suelo rústico" y además "ocupa una zona donde existía un yacimiento arqueológico".
Para Santiago y Ana María, que la balanza de la justicia se haya decantado en su contra encuentra explicación en los lazos familiares que unen al dueño del aserradero con una edil del gobierno nigranense. "Lo están protegiendo", insinúa Ana María, que mantiene que el empresario, padre de la concejala Rosa María Costas, cuenta con el "apoyo" del ejecutivo de Nigrán.
Posible encaje en el PXOM
El matrimonio ya se ha puesto en contacto con un abogado para tratar de evitar el derribo, previsto para las 9.00 horas de mañana jueves, pero la única opción que les queda para legalizar su vivienda es que encuentre encaje en el futuro Plan Xeral, que tramita el Ayuntamiento. "Parece ser que puede entrar, que el suelo cuadra bien aquí", apunta Ana María, que se aferra a esta esperanza junto a su marido y sus dos hijas, aunque "en el Concello se limitan a agachar la cabeza y no dicen nada", señala Santiago.
Apenas han tenido tiempo para asimilar que en pocas horas se quedarán en la calle, porque "hasta ayer no nos confirmaron la fecha" de la demolición, que les anunciaron por carta hace quince días. Tampoco conciben que el Concello les vaya a cobrar 15.000 euros por el derribo. Por eso, han convocado a los vecinos para que, con su presencia, traten de evitar lo que ven casi inevitable.
"Tendremos que hacer una caseta o dormir en el coche, porque no tenemos a dónde ir"
El matrimonio y sus hijas no tienen planes para abandonar su casa. De hecho, en el interior de la vivienda siguen todas sus pertenencias, porque "no tenemos a dónde ir", afirman.
Aparentemente tranquilos, Ana María y Santiago afirman que ellos y sus hijas llevan "por dentro" los nervios, y es que si se demuele la casa, construida "ladrillo a ladrillo" por sus propietarios, "tendremos que hacer una caseta aquí mismo o dormir en el coche, ya que no nos dan otra solución", afirma Santiago, que aguarda con su familia una solución de última hora.
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